"Si quieres la paz, prepárate para la guerra". Cuando Flavius Renatus Vegetius aseguró con estas palabras, hace ya 1600 años, su paso a la historia de las frases que se recopilan en todos los libros de citas, no sé si ya manejaba el concepto de guerra preventiva. O el de daño colateral.
A los que todavía creemos que Obama continúa siendo un ilusionante proyecto de cambio, nos chirrían sus palabras en la entrega del Premio Nobel. Por mucho que intentemos contextualizar su papel de "comandante en jefe" de la galaxia, nos cuesta comprender que el único camino posible para la paz sea la guerra. Esperando no caer en los tópicos (a veces tan reales), ojalá nada de esto tenga que ver con la poderosa industria armamentística, ni con el petróleo, ni con la expansión de mil y un negocios implantados en medio de la miseria y la desolación. Tópico sería también recordar las ingentes cantidades de dinero dedicadas a los ejércitos y sus equipamientos que podrían ser canalizadas hacia la cooperación, la ayuda humanitaria, el desarrollo de los pueblos... Un tópico tan deseable...
Obama aún debe demostrar que es merecedor del premio que acaban de concederle. El prometido avance en los derechos civiles de sus propios ciudadanos sí parece un buen método para lograrlo. Enquistar en nuestro día a día la justificación de la imagen de cientos de muertos es un camino equivocado.
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