1 de octubre de 2012

III Certamen de Teatro Aficionado de Almansa. Los premios

Ayer finalizó el III Certamen de Teatro Aficionado de Almansa. Antes de cualquier otra consideración, mi más sincera enhorabuena a todos y cada uno de los y las componentes de Almateatro. Su trabajo organizativo ha sido magnífico, el nivel artístico alcanzado ha sido impresionante y los comediantes que nos han visitado regresan a sus lugares de origen con un gratísimo recuerdo de nuestra ciudad y de quienes la habitamos (así pude comprobarlo personalmente tras conversar con algunos de ellos).

El cierre del Certamen, sobre la escena, estuvo a cargo de nuestros vecinos ayorenses Stulta Opera. "Esta noche te hacemos el humor", sobre guiones de Les Luthiers, fue una forma estupenda de poner el punto y final a esta tercera edición. Humor e inteligencia unidos hacen un cóctel muy gratificante para el ánimo, y así quedó patente en el patio de butacas, que enlazó unas risas con otras de forma, prácticamente, continuada. Mis felicitaciones para Stulta Opera, el regalo de su espectáculo fue estupendo.

Y con el cierre, el reparto de premios. A lo largo de estos días, desde esta Geografía de la frontera he ido trasladando mis opiniones y pronósticos sobre lo que sucedía en el escenario del Teatro Regio y yo, que soy poco amigo de magias, adivinos y de sus múltiples artes proféticas... he de confesar que, en este caso, la bola de cristal utilizada desde este sitio ha funcionado a la perfección. El acierto ha sido pleno, todos y cada uno de los aquí previamente anunciados han resultado ser los ganadores:
  • Mejor actor: Christian Vázquez, el profesor de Yepeto.
  • Mejor actriz: María José Gómez, la Jaqueline de No te vistas para cenar.
  • Mejor director: Vicente Cuadrado, por Destinatario desconocido.
  • Mejor grupo: La Garnacha Teatro, por Destinatario desconocido.
El premio del público también recayó en los logroñeses de La Garnacha. Muchísimas gracias y enhorabuena a todos y cada uno de los participantes, premiados o no. Ninguno de ellos merece la etiqueta de "aficionado" que, a veces, soporta cierta carga peyorativa. Son tan profesionales, sobre las tablas, como muchos de los que ven su nombre en iluminadas letras de neón (pocos hay que lo hagan, pero la metáfora queda bonita) sobre la entrada de los teatros más importantes (y, en ocasiones, sin duda, les superan).
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