Desde hace mucho tiempo, Paco Catalán sólo sabe hacer una cosa: regalarnos alegrías. Los últimos viajes que su obra ha realizado (y los que tiene previsto hacer), demuestran que su trabajo se mueve por una geografía sin fronteras (permítaseme el juego con el título del blog). Desde su casa-estudio almanseño (un lugar que camina hacia la categoría de museo y centro de culto artístico) salen sus grabados, acuarelas, dibujos o collages buscando las paredes de las salas de medio mundo. Y con ellos, a la sombra de su producción, el nombre de Almansa.
Hoy toca, de nuevo, felicitar a Paco. Sus grabados, técnica en la que viene profundizando desde hace tiempo, pasarán en breve a formar parte del Archivo Calcográfico Nacional. Un importante paso adelante que, impulsado desde la Universidad de Valencia, viene a añadirse a los múltiples premios y reconocimientos obtenidos a lo largo de su trayectoria artística.
Pero estoy por asegurar que Paco, preso de la humildad y de la sencillez, no hubiera sido capaz de alcanzar la cima donde se encuentra si, en este viaje vital, no hubiera estado acompañado por Concia, su amor. Ella, autora de una magnífica obra a la que atenderemos en otra ocasión, fue quien puso la energía, el ánimo y el ímpetu para lograr la apertura de puertas que el arte de Paco merecía. Y logró su objetivo.
A los dos, amigos míos, os felicito con entusiasmo.
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