La propuesta de Trama Teatro es complicada, difícil, exigente con el espectador. Y, al tiempo, es teatro en su más pura esencia. Por encima de cualquier otro componente -espacio escénico, sonido, iluminación...-, se impone la palabra convertida en ejercicio de reflexión intelectual, moral y social. La obra de Koltés -reveladora de su convulsa y dramática biografía- nos deja caer violentamente sobre un mar revuelto en el que flota sobre su superficie el capitalismo más inhumano, la compra y la venta como sentido casi único y vital de la existencia, la generación artificial del deseo de posesión, la transacción comercial como elemento básico para sustentar la "convivencia". Pero en aguas más profundas encontramos la angustia y la atracción mezclándose ante la posibilidad de obtener "lo prohibido", los prejuicios y hasta el miedo a iniciar relaciones con quienes comparten este camino, las dudas sobre lo que encontraremos en el horizonte al que creemos dirigirnos, el pulso de una violencia que parece intrínseca a la propia condición humana.
Ricardo Arqueros y José J. Denia (hagamos un paréntesis para reclamar su procedencia almanseña) están magníficos. Esta obra sería imposible sin grandes y buenos actores sobre las tablas. El minimalismo de la escena no nos permite desviar la atención de cada uno de sus gestos y, sobre todo, de cada una de sus palabras. Logran que una situación que inicialmente se nos antoja abstracta e irreal termine envolviéndonos en su propia realidad. Sólo cabe la felicitación más efusiva.
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