Los pueblos, sus gentes, deben sentirse orgullosos de aquellos que, entre sus vecinos, logran sumarse a ese escogido conjunto de personas que aportan a la humanidad un legado de arte y originalidad. Creo que es, casi, una obligación. Así lo han hecho las gentes de Almansa con José Luis Sánchez, escultor que, desde hace mucho tiempo, forma parte de la historia del arte de este país y, por extensión, de todo el planeta. Por eso, hoy, le han reconocido como almanseño ilustre, agradeciéndole así que, desde nuestra ciudad, se iniciara la proyección de toda una vida dedicada a una creación artística que ha terminado siendo reconocida universalmente. Creación a la que se une una personalidad humilde, modesta, propia de aquellos que los demás terminamos etiquetando como grandes artistas, lo que acrecienta, más aún, la magnitud de lo que nos aporta.
No es éste el lugar para hacer una glosa sobre la figura y la obra de José Luis, suficientemente conocido, escrutado y estudiado. Éste es el sitio desde donde traslado mi agradecimiento y el de toda la ciudad de Almansa (humilde y temporalmente, dada la circunstancia, me arrogo esta representatividad) por su trayectoria, su capacidad creativa, su innovación en las corrientes escultóricas y por, en una especie de gratitud cotidiana, permitirnos la contemplación diaria de sus esculturas que ya forman parte de nuestro paisaje urbano.
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