En la Universidad Francisco de Vitoria de Navarra, templo académico e ideológico del Opus Dei y de los Legionarios de Cristo, el Director del Instituto de Ciencias para la Familia y Vicepresidente del Grupo Intereconomía, Pedro Juan Viladrich, ha dejado, en unas jornadas sobre el aborto, las cosas muy claras. Si una mujer es violada... pues qué le vamos a hacer, igual podía haberle caído una teja encima. Es una cuestión de mala suerte. O de estadística. ¿Y qué hacemos con la dignidad de la mujer violada? Pues que le pregunten al violador. Y mientras le encuentran... que rece, que rece mucho. Ya que su cuerpo no ha podido salvarse de la mala suerte, por lo menos que lo haga su alma. Eso sí, el indeseado producto de la violación es sagrado. Si la desgracia continúa con un embarazo, el papel de la mujer es el de aguantarse. Para el que le resulte incomprensible este argumento debe recordar que los caminos del señor son inescrutables. Probablemente, siguiendo la misma tesis, si una mujer recibe malos tratos lo mejor es, con el rosario en la mano, responder a cada golpe con un avemaría por la salvación y el perdón de los pecados del maltratador.
"La Legión de Cristo es una congregación religiosa de derecho pontificio, fundada en 1941. Tiene como misión la extensión del Reino de Cristo en la sociedad según las exigencias de la justicia y caridad cristianas". Así se autodefine este grupo cuyo fundador, el padre Marcial Maciel, lo fue por partida doble: como sacerdote y como padre de una hija concebida cuando ya había abrazado a Cristo (y, al menos, a una mujer). Un grupo acusado en numerosas ocasiones de contener y consentir entre sus miembros a numerosos pederastas, como lo prueba en su libro Fernando M. González. Un grupo ultracatólico y antiabortista que recibe de las administraciones gobernadas por el PP enormes subvenciones (1,6 millones de euros de Esperanza Aguirre en 2009, por poner un ejemplo). Un grupo que ha cambiado el cepillo de misa por internet y desde aquí solicita el apadrinamiento de curas por el módico precio mínimo de seis euros mensuales.
Si estas son la justicia y la caridad cristianas...
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