Entre los libros de mi biblioteca se esconde este "Hojas literarias para niños" de 1930. Es precioso. Tiene un encanto muy especial. En su "Al lector" dice que para los niños "las más adecuadas narraciones son aquellas que despiertan el amor a la familia, a las artes, al trabajo, a todas las bellezas reales que encierra la vida". Lo cierto es que, después y "con licencia de la autoridad eclesiástica", entre sus páginas se encierran, además de las bellezas reales, textos "saturados de la más pura moral y del más acendrado patriotismo", según confiesa Manuel Ibarz, recopilador del volumen. No por eso, de todas formas, deja de ser bello.
Eran otros tiempos, es cierto. Pero tiempos que pronto conocerían el más intenso e importante intento de cambio social que ha conocido nuestra historia. Con la llegada de la II República, poner patas arribas el sistema educativo y pedagógico español se convirtió en una prioridad. Ancladas en la decimonónica Ley Moyano, con casi cien años de antigüedad, nuestras aulas eran absolutamente desincentivadoras, las escuelas escasas y los maestros pocos y, aunque voluntariosos, mal formados. La consecuencia: más de un 30 % de analfabetismo. Convertir en una realidad la gratuidad y la obligatoriedad de la enseñanza
primaria; la puesta en marcha de la escuela unificada, esa "organización unitaria de las
instituciones educativas de un pueblo accesibles a todos sus miembros según sus
aptitudes y vocaciones y no por su situación económica, social y política", como afirmaba Luzuriaga; el reconocimiento y garantía, por primera vez, de la libertad de cátedra del profesorado; el establecimiento de la
obligación del estado de facilitar el acceso universal a todos los grados de la
educación o la declaración de la
laicidad de la enseñanza, fueron elementos suficientes para encontrar enfrente a los de siempre, a los mismos que aún sienten que demasiada libertad, demasiado pensamiento y demasiada capacidad crítica son incompatibles con sus creencias e intereses. Pero, a pesar de todo, la labor realizada por el impulso de la II República en pocos años fue magnífica y un ejemplo de verdadero compromiso de unos gobiernos con su pueblo. Y esto no es una historia de rojos...
Hoy, tras los tiempos oscuros, tras los continuos cambios de las últimas décadas, continuamos discutiendo sobre cual ha de ser el modelo educativo español. Y lo que se avecina con la anunciada LOMSE supone un importante retroceso en la equidad, en la participación democrática de toda una sociedad formando a sus niñ@s y jóvenes, en el mismo concepto de escuela que pasará a parecerse más al de empresa y los alumn@s a formarse como futura mano de obra, a la inmersión sin tapujos en una concepción ideológica conservadora y religiosa de la educación... Las "Hojas literarias para niños" se reeditarán en su nueva versión adoctrinada para el siglo XXI.
Mientras tanto, decenas de iniciativas, que no sé si han de denominarse alternativas o, simplemente, educadoras, nacen crecen y se enraízan por todas partes al margen del oficiliasmo. También en Almansa. En marcha está el proyecto Egregor que declara que "otro tipo de educación vivencial, cooperativa y natural es posible. Por lo que trabajamos en pro de un cambio sustancial, desarrollando diversas actividades, amparados por el respeto y el amor hacia el niño". Unos paseos por su blog o por su página en Facebook pueden aclararos muchas cosas. Mis mejores deseos para el futuro de este ilusionante proyecto.
Otro de los libros atesorado en mi biblioteca -encantador, con el sabor de las ediciones antiguas- es este "Lecturas zoológicas", de 1935. Lo he repasado, y ni en la sección de mamíferos o vertebrados he logrado encontrar al tipo de animal en el que encuadrar a algunos de los seres que cohabitan actualmente entre nosotros y dicen pertenecer a lo que antes se llamaba "mundo racional". Continuaré leyendo a ver si los encuentro entre los gusanos o los reptiles...
1 comentarios:
Gracias por tu opinión. Acababa de encontrar este libro en mi biblioteca y me ha hecho ilusión tu comentario. Un saludo.
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