Hay ocasiones en las que me avergüenza sentarme en mi silla de concejal y asistir a un espectáculo que denigra mi condición de representante público. Hay ocasiones en las que creo que estoy haciendo un flaco favor a la ciudadanía siendo partícipe de actos en los que se deciden cosas importantes para sus vidas, actos en los que intento contribuir con una pizca de sensatez al bienestar colectivo y encontrarme, enfrente, a personajes -concejales, como yo, pero con unas concepciones del mundo, del deber público y de la solidaridad muy distintas a las mías- cuyo único objetivo es aprovechar su puesto para su propio beneficio, para maquinar venganzas personales y para insultar a aquellos que dicen representar. Esto es lo que ayer me sucedió en el Pleno.
Almansa ha tenido muy mala suerte. Una suerte inmerecida. El tiempo ha terminado convirtiendo al Partido Independiente en el apéndice inflamado del PPIA, ya sólo son una reunión de oportunistas ajenos a los ciudadanos y ciudadanas, a su sentir y a la realidad de nuestra ciudad. Sin tapujos, sin reparos, con el descaro, la desvergüenza y el insulto como banderas, se exhiben públicamente sin pudor mostrando su cara (probablemente la única) más autoritaria, más impúdica, más indecente, más antidemocrática y más alejada del interés público. Almansa aloja hoy en su Ayuntamiento a un partido político que está al borde de la legalidad democrática. Sólo falta por saber hasta dónde va a consentir (o hasta dónde está atrapado por los pactos) su aliado el PP.
Porque apelando al catálogo de normas democráticas, es dudosamente lícito utilizar un cargo electo para resolver los problemas personales y laborales propios. Es dudosamente lícito, y completamente amoral, añadir sobre las espaldas del presupuesto municipal la carga del sueldo de la liberación de un concejal y minutos después mandar al paro a trabajadores municipales. Esto es, justamente, lo que sucedió ayer en el Pleno. Al mismo tiempo que con los votos de PP, Independientes y DpA se certificaba la subida de impuestos y de tasas, se despedía a trabajadores o se reducían servicios a la ciudadanía (cuestiones que trataremos en una próxima entrada), el Sr. Blanco, concejal de la facción independiente del PPIA, era liberado completamente. No les importa ver cómo sus vecinos lo pasan mal, aplauden el imparable deterioro del bienestar general que provocan sus políticas "sociales", no quieren contribuir a la defensa de la sanidad pública... Sólo les interesa el dinero público. Pero para utilizarlo en su propio beneficio.
Y esta actitud vergonzosa y vergonzante, este alejamiento cósmico de los intereses generales, tuvo su acento en la actitud chulesca del Sr. López. No es que descubramos nada nuevo respecto a su desprecio por la democracia, pero fue bochornoso contemplar al portavoz de los independientes alardear nerviosamente (así parecía manifestarlo su temblorosa voz), asegurando que gracias a su propuesta le quitaba dos medias liberaciones al PSOE para dárselas al Sr. Blanco. Caciquil y envalentonado mientras sujetaba por el cuello al PP, el Sr. López, con carcajadas taberneras, se rió de toda la ciudad... El Sr. López cree estar cumpliendo su venganza personal contra quienes jamás hemos aceptado la chulería como forma de gobierno. Pero, en realidad, lo que el Sr. López no sabe es que, lo que está haciendo, es dejar una imborrable huella en todos los almanseños y almanseñas. La huella de la peor persona que ha pasado por su Ayuntamiento.
Y esta actitud vergonzosa y vergonzante, este alejamiento cósmico de los intereses generales, tuvo su acento en la actitud chulesca del Sr. López. No es que descubramos nada nuevo respecto a su desprecio por la democracia, pero fue bochornoso contemplar al portavoz de los independientes alardear nerviosamente (así parecía manifestarlo su temblorosa voz), asegurando que gracias a su propuesta le quitaba dos medias liberaciones al PSOE para dárselas al Sr. Blanco. Caciquil y envalentonado mientras sujetaba por el cuello al PP, el Sr. López, con carcajadas taberneras, se rió de toda la ciudad... El Sr. López cree estar cumpliendo su venganza personal contra quienes jamás hemos aceptado la chulería como forma de gobierno. Pero, en realidad, lo que el Sr. López no sabe es que, lo que está haciendo, es dejar una imborrable huella en todos los almanseños y almanseñas. La huella de la peor persona que ha pasado por su Ayuntamiento.