El otro día me comentaba un buen amigo: "Llevo tres meses sin cobrar". Lo hacía desde su silla de ruedas, refiriéndose a la ayuda que debería percibir como dependiente reconocido. La farmacéutica a la que habitualmente acudo me decía hace poco, enfadada al otro lado del mostrador en el que colgaba un cartel que rezaba "El SESCAM no paga los medicamentos a las farmacias": "Hasta abril no hubo nunca ningún problema. Jamás había ocurrido esto". Más enfadado aún me hablaba un pequeño empresario que obtuvo ayudas económicas con el programa, puesto en marcha en febrero, de Primer Contrato para licenciados: "Hasta las elecciones habían pagado ya a la mitad de las empresas. Desde las elecciones, a nadie. No sé si podré mantenerme sin recibir las subvenciones que me dieron". Un profesor al que conozco y que lleva años desarrollando su trabajo en un CEP, me dijo: "Nos cierran. Tendré que volver a mi plaza. Y el interino que ahora la ocupa... a la calle". Esta misma semana, una señora mayor (y viuda, pues la conozco) me abordaba en la calle para preguntarme: "Tú que eres concejal lo sabrás... ¿Por qué no me quieren pagar lo que me dieron el año pasado?". Intenté explicarle lo del complemento semestral, lo de la actualización de los baremos, lo de que en 2010 se hizo con carácter retroactivo y ahora la Junta debía hacerlo igual pero no quiere... Me temo que no conseguí aclarar sus dudas y, mucho menos, convencerla: "Vamos, que se quedan con mi dinero", remató ella sabiamente. "Yo creo que son más que rumores", me comentó inquieto un amigo sanitario mientras compartíamos un café. "Fíjate en Valencia, o en Madrid. Van a terminar haciendo lo mismo. O peor". Él trabaja en el Hospital de Almansa y, precisamente, éste y el de Villarrobledo aparecen en la quiniela del rumor como candidatos para su cierre, su venta, su alquiler o lo que la Sra. Cospedal disponga.
Que vienen, que vienen... Y vienen dando. Porque todas estas son algunas de las consecuencias del, eufemísticamente, denominado Plan de garantía de los Servicios Sociales básicos de Castilla-La Mancha. ¿Servicios Sociales básicos? Además de calificarnos como tontos, iletrados e incapaces de tener opinión propia, la Sra. Cospedal piensa que los castellano-manchegos aguantamos que se rían en nuestras narices sin que, al menos, protestemos. ¿No son servicios sociales básicos el mantenimiento de la calidad de vida de los dependientes, el buen funcionamiento de la red farmacéutica, la ayuda real -y no de boquilla- a los emprendedores, el impulso y el crecimiento -y no el detrimento- de nuestro sistema educativo, las ayudas sociales a aquellas que menos posibilidades económicas tienen, el mantenimiento de una sanidad pública, de calidad y universal? Para la Sra. Cospedal y su gobierno del PP nada de esto le parece ni servicio, ni social ni básico. En sólo tres meses han logrado desmantelar sobre el papel una buena parte de los logros sociales conseguidos tras muchos años de esfuerzos. Sólo les queda armar el plan para materializar este desmantelamiento. Y si la sociedad castellano-manchega no lo impide, lo conseguirá. Porque envuelta en la manta de la crisis (que todo lo justifica) y repitiendo el soniquete de "Los socialistas tienen la culpa", pondrá en peligro nuestros sistemas educativo, sanitario y de ayuda social. Pero es falso, estos no son los recortes que necesita Castilla-La Mancha. Todo lo contrario. Pero estos sí son los pasos que, necesariamente, han de darse para que los intereses de otros, que no son precisamente los de la generalidad de los ciudadanos de nuestra región, saquen partido en la sanidad, en la educación o en otros ámbitos de nuestra vida cotidiana.
El déficit de Castilla-La Mancha es el mayor de España, el 4,1 %. El titular, así, sin más, es alimento para las fieras, que braman sus eslóganes una y otra vez: "Los socialistas son unos despilfarradores", "Han arruinado la región", "No es el 4, es el 40", "Ahora necesitamos rezar más, ir más a misa y encomendarnos con más fervor a todos los santos"... Pero quienes se quedan en el titular y lo manipulan o no son ciudadanos de esta Comunidad o lo hacen con la consciencia de que están faltando a la verdad. Porque el esfuerzo económico y social realizado en los últimos años en estas tierras (por otro lado, tan extensas, algo que también ha de tenerse en cuenta) no tiene comparación con ninguna otra tierra española. Hemos pasado, en los últimos años de gobierno socialista, de mendigar una cita en los hospitales madrileños y de otras comunidades limítrofes, a ser la región con la mejor sanidad, de mayor calidad y con la valoración ciudadana más alta. Hemos pasado, en los últimos años de gobierno socialista, de ser una región olvidada en el ámbito educativo, a ser los pioneros en la gratuidad de los libros de texto en primaria y secundaria, a ser de las primeras regiones que aplican la educación 2.0 con medios personales y colectivos y a tener una Universidad, de la que carecíamos, con facultades que, en muy poco tiempo, han alcanzado altos niveles de excelencia. Hemos pasado, en los últimos años de gobierno socialista, a ser una de las regiones que más y mejor aplica la Ley de Dependencia, provocando, incluso, el "efecto llamada" en comunidades cercanas gobernadas por el PP, cuyos ciudadanos se empadronaban en nuestra tierra para recibir con celeridad lo que les corresponde. Hemos sido, en los últimos años de gobierno socialista, los que institucionalmente dímos ejemplo al resto de gobiernos regionales reduciendo antes que nadie el número de consejeros, delegados y personal de confianza. Hemos sido, en los últimos años de gobierno socialista, quienes, antes que el propio gobierno de España, pusimos en marcha políticas de ayudas extraordinarias a los desempleados y un Plan de Choque que, tanto sindicatos como empresarios, han reconocido como muy positivo y del que el PP renegó con imprudente insolidaridad hacia los ciudadanos de la región. Castilla-La Mancha partía, no hace tanto, de una situación de auténtico olvido y defenestración. Lo que Castilla-La Mancha se ha visto obligada a hacer por el crecimiento, desarrollo y calidad de vida de su ciudadanía no lo han tenido que hacer otros. Y eso, cuesta mucho dinero. Para eso sirven los endeudamientos.
Almansa, como muchos lugares de nuestra región, es un ejemplo de la transformación vivida en estos últimos años. Nuestro Hospital, nuestro Teatro Regio, nuestro crecimiento de la red socio sanitaria, son sólo algunas muestras del impulso que, entre todos, de la mano de la Junta socialista, hemos realizado. Aunque, lo de "entre todos", tenga sus matices. Porque la actitud del PP de Almansa es un paradigma del cinismo que ahora desparraman las declaraciones de los populares de la región. Sólo hace falta recordar cómo lo que hoy es un emblema, el Hospital General, ayer era calificado por el PP y sus acólitos los Independientes, como un hospitalillo innecesario. ¡Cómo cambian las cosas!
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