Acabo de regresar del concierto extraordinario (tanto por su programación como por su calidad) que han ofrecido en el Teatro Regio la Orquesta y la Banda Sinfónica de Enseñanzas Profesionales del Conservatorio de Música Jerónimo Meseguer de Almansa, ambas formaciones dirigidas en esta ocasión por José Rafael Pascual-Villaplana. Y ambas han estado soberbias, magníficas.
El concierto ha supuesto la clausura del curso impartido a lo largo del fin de semana por este espléndido director del que, en palabras de mi acompañante (y a la vez, músico), "de sus brazos y sus manos sale la música". Para quienes sufrimos la desgracia de carecer de cualquier conocimiento musical y únicamente sabemos acercarnos a ella con el objetivo de disfrutarla, regalos como el recibido hoy hemos de agradecerlos especialmente. Todas y cada una de las obras interpretadas esta mañana han llenado majestuosamente el espacio teatral aunque quisiera destacar, de una forma especial, la emoción descriptiva transmitida a través del Yosemite Autumn de Mark Camphouse y la vibración y la fuerza de La leyenda del Maracaibo de José Alberto Pina Picazol.
Mi más sincera enhorabuena a todos y cada uno de los integrantes de la Orquesta y de la Banda y a sus profesores, Vicente Benlloch y Luis Sánchez, que logran tan excelentes resultados gracias al trabajo que día a día desarrollan. Una felicitación que he de hacer extensiva al buen amigo José Antonio García Sevilla, que dirige el Conservatorio con la misma experiencia y buen hacer que utiliza para interpretar música con su trompeta.
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