Estoy convencido de que en el PP de Almansa deben tener una escuela en la que se entrenan desde jovencitos en el arte de la demagogia y la ofensa al prójimo. Desde luego maestros, haberlos, haylos. De otra forma, es difícil de explicar cómo algunos de sus representantes pasan tan rápidamente del anonimato a engrosar la nómina de quienes se dedican a soltar continuos despropósitos verbales.
Este debe ser el caso del Sr. Rico, concejal de fiestas y festejos, que desde su hierática apariencia, no exenta de cierta prepotencia, ha calificado de maleducados al conjunto de ciudadanos que asistieron a presenciar la reciente Cabalgata de Reyes. De ellos, de los madres y padres, abuelos y abuelas, niños y niñas es la culpa de que el desfile terminara siendo un peligroso desconcierto y un espectáculo falto de lucidez y ritmo ya que los ciudadanos "no fueron todo lo amables y agradecidos que debieron ser". Es decir, maleducados, faltos de consideración y desagradecidos. Si es que siempre es bueno que haya niños para echarles la culpa...
Ni una sola palabra aludiendo a su responsabilidad en la falta de organización. Ni una sílaba sobre la falta de coordinación, de la que él debía estar encargado. Ni una mención sobre su propio llamamiento, días antes, alentando a la ciudadanía para que, durante la Cabalgata, se acercara a los personajes y se fotografiase con ellos (lo que terminó provocando el tremendo lío que se organizó en la calle). Ni "mu" sobre sus comentarios en la televisión local en el mismo momento en el que se producía el desastre, advirtiendo a la presentadora que no se acercara al público ya que "a mí casi me muerden". Como siempre, la culpa es de los demás. Y, como siempre, la gente se harta de tener que sufrir incompetencias y escuchar chorradas.
Además, en ese otro aspecto en el que son entrenados en la escuela popular: la demagogia, alardea el Sr. Rico de haber reducido el presupuesto de la Cabalgata en 10.000 euros. De lo que se olvida (otra característica de los representantes populares: la frágil memoria) es de decir que ese dinero corresponde al gasto del "Cartero Real", eliminado este año, y que sus compañeros del PP y del PIA en la anterior legislatura instauraron como una prueba más del despilfarro y derroche al que nos tienen acostumbrados.
En conclusión, nada nuevo. La misma desfachatez de siempre. Poco parece importarle al concejal que los niños y sus familias salieran completamente defraudados (la voz en las calles de Almansa la noche del mismo día 5 era, en este sentido, unánime). Es más, se lo tienen merecido por maleducados. Poco parece importarle al concejal que los colectivos participantes no pudieran exhibir sus capacidades artísticas (en cualquier caso merecen, como siempre, mi aplauso). Quizá, lo único lucido fue la presencia del rey Melchor. Y no porque fuera más amable o más alegre o tuviera un sospechoso parecido con un político local al que le gusta ser el niño en el bautizo, el muerto en el entierro y el novio en la boda (o el rey en la Cabalgata), sino porque por alguna razón desconocida, cosas de la magia seguramente, en la carroza de este monarca había una cantidad muy superior de caramelos a la existente en las de sus compañeros, por lo que pudo alardear de generosidad sin medida (sinónimo de derroche y despilfarro).
Ni una sola palabra aludiendo a su responsabilidad en la falta de organización. Ni una sílaba sobre la falta de coordinación, de la que él debía estar encargado. Ni una mención sobre su propio llamamiento, días antes, alentando a la ciudadanía para que, durante la Cabalgata, se acercara a los personajes y se fotografiase con ellos (lo que terminó provocando el tremendo lío que se organizó en la calle). Ni "mu" sobre sus comentarios en la televisión local en el mismo momento en el que se producía el desastre, advirtiendo a la presentadora que no se acercara al público ya que "a mí casi me muerden". Como siempre, la culpa es de los demás. Y, como siempre, la gente se harta de tener que sufrir incompetencias y escuchar chorradas.
Además, en ese otro aspecto en el que son entrenados en la escuela popular: la demagogia, alardea el Sr. Rico de haber reducido el presupuesto de la Cabalgata en 10.000 euros. De lo que se olvida (otra característica de los representantes populares: la frágil memoria) es de decir que ese dinero corresponde al gasto del "Cartero Real", eliminado este año, y que sus compañeros del PP y del PIA en la anterior legislatura instauraron como una prueba más del despilfarro y derroche al que nos tienen acostumbrados.
En conclusión, nada nuevo. La misma desfachatez de siempre. Poco parece importarle al concejal que los niños y sus familias salieran completamente defraudados (la voz en las calles de Almansa la noche del mismo día 5 era, en este sentido, unánime). Es más, se lo tienen merecido por maleducados. Poco parece importarle al concejal que los colectivos participantes no pudieran exhibir sus capacidades artísticas (en cualquier caso merecen, como siempre, mi aplauso). Quizá, lo único lucido fue la presencia del rey Melchor. Y no porque fuera más amable o más alegre o tuviera un sospechoso parecido con un político local al que le gusta ser el niño en el bautizo, el muerto en el entierro y el novio en la boda (o el rey en la Cabalgata), sino porque por alguna razón desconocida, cosas de la magia seguramente, en la carroza de este monarca había una cantidad muy superior de caramelos a la existente en las de sus compañeros, por lo que pudo alardear de generosidad sin medida (sinónimo de derroche y despilfarro).
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