Reunirse alrededor de la palabra, asomarse a la voz y al sentimiento de quien un día decidió transformar la idea en versos, estrofas, líneas, párrafos… en definitiva, leer y hacerlo en compañía abriendo los caminos de la interpretación, creo que es el objetivo de los Clubes de Lectura. Ayer, los que en Almansa desarrollan su actividad desde hace años, nos invitaron a compartir a lo largo de un agradable recital, con el que finalizaban este curso, algunas páginas de Eduardo Mendoza, Miguel Hernández o Miguel Delibes, ejerciendo así estas lectoras y lectores de intermediarios entre esas “palabras salvadas” (cada vez que acudimos a un libro ejercemos el rescate de su contenido para acogerlo en nuestra memoria) y los allí reunidos, entre los que se encontraba Pedro Villar, magnífico escritor almanseño, que añadió su personal visión de la creación literaria. A todas y todos, coordinadores y lectores, mi más sincera enhorabuena por alimentar el amor hacia la literatura.
Es una afortunada casualidad que Kirmen Uribe llegara ayer hasta este blog. Acudo de nuevo a él pues, como ayer comentaba con otra excelente escritora, el poeta vasco nos regala una sensible definición del libro:
Mi madre puso la caja en mis manos.
Podía sentir
las pequeñas patas del pollito
en las palmas de mis manos.
Un libro es eso:
una caja de cartón
con algo vivo dentro.
Es una afortunada casualidad que Kirmen Uribe llegara ayer hasta este blog. Acudo de nuevo a él pues, como ayer comentaba con otra excelente escritora, el poeta vasco nos regala una sensible definición del libro:
Un día mi madre
me llevó al mercado,
allí me compró un pollito.
Estaba dentro
de una caja de cartón.Mi madre puso la caja en mis manos.
Podía sentir
las pequeñas patas del pollito
en las palmas de mis manos.
Un libro es eso:
una caja de cartón
con algo vivo dentro.
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