Me encanta poder decir que los reencuentros son magníficas oportunidades para retomar el hilo de aquella conversación que se quedó en las primeras palabras. Me encanta que las manos, al estrecharse en un gesto sincero, se encuentren rodeadas de amistad, letras, páginas, sentimientos reales y fantasías que se hacen tangibles. Por eso, me ha encantado, después de tanto tiempo, poder hablar con Alfredo y disfrutar de aquello que nos une: los libros, sus libros.
Odio tener que contarlo y Beria y alrededores son las obras que nos presentó ayer. Una recopilación de cuentos y una novela que llegan avaladas por numerosos premios que, en la mayoría de los casos, suelen ser síntoma de que nos encontramos ante producciones que merece la pena leer. Y éste es uno de esos casos. Las páginas que he podido hacer mías en el poco tiempo transcurrido desde ayer hasta ahora así lo auguran.
El verbo inteligente, fluido y enriquecedor de Alfredo Mozas dejó claramente su huella en las palabras dedicadas a los ayer reunidos alrededor de su llamamiento. Desde aquí, mi agradecimiento y reconocimiento. Y, por supuesto, la recomendación de abordar urgentemente las lecturas de sus libros.
Igualmente recomendable es pasear por su blog
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