25 de febrero de 2012

Francisco Domene, poeta descreído

El primero de los encuentros literarios organizados este año por la Universidad Popular ha sido con Francisco Domene. En un alarde de sinceridad, comenzó su exposición afirmando que terminaría mintiendo a quienes a su alrededor nos reunimos. Y así fue que, tras desgranar una buena parte de los tópicos métodos que llenan esos manuales de autoayuda del tipo "aprenda usted a ser un escritor", él confesó no aplicar ni uno sólo de ellos. Después, colgándose la etiqueta de poeta descreído (y recién divorciado, dicho sea de paso como información en la que él mismo quiso insistir), declaró preferir una copa de vino, o una reunión con amigos o el beso de una mujer a un poema (al llegar a este punto, Antonio García, común amigo y presentador del acto, no tuvo más remedio que aclamar: "¡Acabáramos!", ante la obviedad). También realizó un repaso a las circunstancias a las que está sujeto el oficio del escritor que, más allá del valor inmaterial y cultural de su obra, termina poniendo una mercancía a la venta que, como tal, se ve sometida a los implacables métodos del mercado. Mintió también Domene cuando, al iniciar su discurso, prometió no alargarlo más allá de veinte minutos y, cuando quiso mirar el reloj, habían transcurrido casi noventa (lo cual nos ha de servir de prueba de cargo acerca de la amenidad con la que transcurrió la velada).

Y entre mentira y mentira se iniciaron los III Encuentros Literarios de la U.P. de Almansa. Después, entre amigos, vino y besos, terminanos hablando de poesía.

Cuando quieras
 
Será cuando tú quieras. Fíjate qué sencillo:
No tiene que llamarme ni esperarme,
ni soportar un día y otro día
mi aburrida presencia enamorada,
mi irritante presencia enamorada,
ni mis torpes discursos sobre cosas y gentes.
Será cuando tú quieras, porque quieras,
sin ninguna razón
convencional o justa, y sin apropiaciones
debidas o indebidas, ni estatutos,
sin tener que pensarlo
ni detenidamente ni un millón
de veces, porque sí, sin calcular
la ganancia o la pérdida.
No para ayer y no para mañana.
Cuando tus ojos se abran
embriagados de dulce luz y digan:
hoy.
Cuando tu corazón,
cuando tus manos y tu carne se abran
como dulces granadas silenciosas,
como espigas de trigo, y digan: hoy.

Francisco Domene
De El cristal de las doce

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre la poesía: principio y fin; aunque no se sepa bien de qué, ni para qué. Un abrazo. Paco

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