Sinceramente, pocas razones se han acumulado para que, pasado el tiempo, podamos recordar con alegría este año que por fin acaba. Y ahora Miguel, rápida y sorpresivamente, ha decidido irse a pintar eternidades.
Hoy regresa el imborrable recuerdo del paseo que, juntos, dimos por los pasillos vacíos del Teatro Regio. Él, explicando. Yo, admirando. Juntos caminamos entre sus magníficas creaciones de la serie "Kottbusser Tor", plenas de atrevimiento, de formas y texturas que atraen y atrapan la mirada. Fui privilegiado recibiendo sus comentarios, sus llamamientos a la búsqueda del detalle que escondía cada uno de los lienzos, a la explicación de la historia y la génesis de cada pincelada. Una clase magistral realizada con la sencillez y la cercanía que formaban parte de su genialidad.
Un pintor en lucha y en constante cambio, dijo de sí mismo. Miguel nos deja ahora tras el último cambio, tras la irreversible metamorfosis a la que la enfermedad le ha sometido. Te recordaremos siempre, pintor de eternidades.
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