Confieso que cada día entiendo menos al Sr. Aznar. Pero no me refiero a la cuestión ideológica (que también), sino a lo puramente físico: me cuesta entender su dicción. Es como si a las palabras les costara salir, como si su glotis no funcionara correctamente. Puede que su admirable desarrollo físico haya provocado como efecto secundario un crecimiento desmesurado del frenillo, de manera tal que le impide hablar con soltura o, quizá, dada su prodigiosa capacidad idiomática, en su subconsciente se mezclen, en el momento de emitir sonidos, la fonética italiana con la francesa, la catalana y la ranchero-californiana, modulando un discurso que a los hispanohablantes patrios nos resulta complicado digerir.
Pero una vez que, a través de los papeles, conocemos la trascripción de sus expresiones y somos capaces de comprender el sentido de su discurso, uno se da cuenta de quién continúa “marcando tendencia” en el PP, quién alimenta con saña el rencor y el odio o quién continúa siendo el gran maestro, el guía, de la misma forma que ya sabemos quién es la maestra. Lo que no sé es, constatado su reiterado silencio, el papel que debemos asignarle a Rajoy. Quizá, en esta escuela genovesa, le corresponda el de sumiso bedel.
Pero una vez que, a través de los papeles, conocemos la trascripción de sus expresiones y somos capaces de comprender el sentido de su discurso, uno se da cuenta de quién continúa “marcando tendencia” en el PP, quién alimenta con saña el rencor y el odio o quién continúa siendo el gran maestro, el guía, de la misma forma que ya sabemos quién es la maestra. Lo que no sé es, constatado su reiterado silencio, el papel que debemos asignarle a Rajoy. Quizá, en esta escuela genovesa, le corresponda el de sumiso bedel.
Las clases magistrales que el Sr. Aznar ofrece desde su FAES o desde cualquier otro púlpito -nacional o internacional, siempre que esté suficientemente remunerado-, persiguen un común objetivo: el desprestigio de nuestro país y el alimento del desprecio hacia el gobierno socialista, su particular demonio. No importa si en el camino arrasa con España entera. Ahora toca Estatut, esa “cosa de socialistas” aprobada por los parlamentos catalán y español y refrendada en las urnas. El Sr. Aznar estima que, hoy, tras la sentencia del TC, España es un “estado fallido”. Probablemente frases lapidarias como ésta logren incrementar su caché artístico y el número de apariciones generosamente gratificadas, pero constituyen un desvergonzado ejercicio de deslealtad y traición al interés común de los españoles, algo que hace mucho tiempo demostró no importarle nada.
0 comentarios:
Publicar un comentario