14 de agosto de 2011

Si ya te lo decía yo...

Cuando mi madre, como todas las madres, empezaba una frase con estas palabras, "Si ya te lo decía yo...", sabía que lo que venía detrás no podía ser bueno. Sin duda, en algo había metido la pata, algo había hecho mal, a destiempo o sin las debidas precauciones, provocando uno de esos pequeños desastres domésticos que forman parte inseparable de lo cotidiano. La cuestión, aplicando la lógica maternal, solía terminar con la imposición del correspondiente castigo.

Con el tiempo, da lo mismo la edad, el "si ya te lo decía yo" termina anclándose en el día a día de todos nosotros. Y cuando esta advertencia llega a nuestros oídos, significa que el remedio a la catástrofe va a llegar tarde. Hasta el 22 de mayo, muchos nos hartamos de decir (agoreros nos llamaban) que las verdaderas intenciones del PP, las que ocultaban y no expresaban en sus discursos y programas, pasaban por la aplicación drástica de una afiladísima tijera que iba a ser poco selectiva. Es mal consuelo pero, ya te lo decía yo, llevábamos razón.

La nueva Presidenta de Castilla-La Mancha, en su doble papel de jefa del gobierno de nuestra región y jefa de las huestes populares nacionales (con el permiso de don Mariano), es el paradigma de cómo, poco a poco, se está produciendo el afloramiento de la auténtica intencionalidad de la derecha española. Y para hacerlo realidad, la estrategia es tan clara y sencilla como perversa: disparar las alarmas, construir una realidad apocalíptica y repetir hasta la saciedad la mentira hasta hacerla creíble. En nuestra región, aún está reciente el irracional espectáculo y el derroche de deslealtad exhibido en el comportamiento del nuevo gobierno, al intentar hacer creer al resto del planeta que Castilla-La Mancha estaba inmersa en la bancarrota (Los populares, entre Grecia y Alemania). Un intento que se apoyó en los rumores, la utilización interesada de datos y las suposiciones para terminar traduciéndolo en un informe presentado ante el Ministerio de Economía que, ni tan siquiera, se ha atrevido a firmar el Interventor de la JCCM, ¿por qué? Estas alarmas disparadas artificialmente, unidas al machacón y repetitivo mensaje-mantra de "Barreeeda y los socialiiiistas tienen la cuuuulpa de tooodo" sólo intentan preparar la llegada ante la opinión pública del gran tijeretazo, del recorte brutal que ya está viviendo sus primeros episodios. ¿O es que el dinero para los farmaceúticos, de pronto, ha desaparecido de las arcas? ¿Hasta mayo se les pagaba puntualmente y ya no es posible? Fernando Lamata lo ha explicado con meridiana claridad (Declaraciones en Público). ¿No será este el primer capítulo del culebrón sanitario que nos espera y que incluye el episodio del copago y de la privatización masiva de la atención hospitalaria? Si ya te lo decía yo...

Y con el traje de jefa del PP, la Sra. Cospedal ha empezado a hablar, como ya lo han hecho algunos gobiernos populares, de devolución de competencias a la administración central. Y ha hecho mención, por ejemplo, de la difícil aplicación de la Ley de Dependencia. ¿Difícil? Será en el Madrid del PP, en la Murcia del PP o en la Comunidad Valenciana del PP, donde desprecian sistemáticamente las solicitudes y reclamaciones de los dependientes. Porque en Castilla-La Mancha somos (o éramos, ya no lo sé) ejemplo de cómo se han de hacer las cosas. Con el mismo traje de heroína de la derecha española se ha atrevido a decir que la culpa de la burbuja inmobiliaria es de Zapatero (¿de quién, sino?). La Sra. Cospedal, que padece un grave problema de memoria selectiva, olvida que La Ley del Suelo de 1998, la de su admirado Sr. Aznar, dio el pistoletazo de salida a la construcción intensiva de vivienda al convertir todo el territorio patrio en solar urbanizable.

El programa del PP es una incógnita. Las soluciones del PP a la crisis forman, junto a los misterios de las apariciones marianas de Lourdes y Fátima (quizá, por eso, el elegido sea Mariano), uno de los enigmas más profundos que preocupan a la cristiandad. Porque aunque los secretos de Fátima ya fueran desvelados, aún se discute, como sucede con las declaraciones de los dirigentes populares, sobre su sentido oculto. Se acercan las elecciones y la luz deberá hacerse para el común de los mortales. Aunque, me temo, que esta misma luz generará, al mismo tiempo, enormes e insondables sombras. Ojalá, en diciembre, no tengamos que repetir lo de "Ya te lo decía yo...".

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